Desde que el volumen de Los mitos de Cthulhu editado por Rafael Llopis cayó en mis manos he ido leyendo poco a poco a casi todos los escritores que aparecen en él, desde las tempranas influencias de Arthur Machen o Lord Dunsany hasta sus herederos, como Robert Bloch. Sin embargo, Algernon Blackwood se me había escapado hasta ahora, y eso que es el autor nada menos que de El wendigo, uno de los mejores relatos de todo el libro.
Aunque, en realidad, esto no es del todo cierto, ya que sí había leído parte de la obra de Blackwood, las aventuras de John Silence, investigador de lo oculto, una extraña mezcla entre un detective y un cazafantasmas, en cuyos relatos se mezclan la investigación más prosaica con pentáculos y sortilegios. Las aventuras de John Silence tuvieron tanto éxito que otro de los escritores más admirados de Lovecraft, William Hope Hodgson se animaría a crear a otro detective de lo oculto: Thomas Carnacki, el cazafantasmas.
Aparte de estas aventuras de John Silence, Blackwood escribió una buena cantidad de relatos de terror más clásico. Y son estos relatos los que me ha costado encontrar hasta ahora, ya que por fin conseguí encontrar en la biblioteca del barrio La casa vacía, en una venerable edición de los años 80. Dentro de este volumen recopilatorio se pueden encontrar dos grandes tipos de relatos. Por un lado, la mayoría son historias de fantasmas, con los ingredientes habituales de aparecidos y casas encantadas, y por el otro lado, también podemos encontrar historias más cercanas al Wendigo, una especie de interpretación sobrenatural de las aventuras en Alaska de Jack London. Por otro lado, también podemos encontrar una aventura de John Silence, Culto secreto, con la particularidad de no estar narrada desde el punto de vista del investigador, apareciendo éste únicamente al final de la historia.
El nivel de los relatos es un poco irregular. Todos ellos son buenos, sin embargo, algunos de ellos no tienen la fuerza necesaria para hacerse un hueco en la memoria. Un ejemplo claro de esto son El hechizo de la nieve, con una versión victoriana del súcubo cuya lectura se me hizo un poco cuesta arriba (nunca mejor dicho), o Puede telefonear desde aquí, un relato de poltergeist telefónico excesivamente previsible. Pero para contrarrestar estos relatos un poco flojos, tenemos auténticas maravillas como La casa vacía, una historia de casas encantadas que pone los pelos de punta, El que escucha, con un ambiente insano y opresivo, El cuento de fantasmas de la mujer o Cumplió su promesa.
En esta recopilación Blackwood demuestra que es un maestro a la hora de manejar los resortes del cuento de fantasmas y casas embrujadas, sin embargo, falla a la hora de buscar transmitir terror por otros medios. Pero los relatos menores son de sobras compensados por las maravillas comentadas más arriba. A falta de leer su otra gran obra, Los sauces, Blackwood se ha ganado un puesto de honor en mi particular panteón.
Aunque, en realidad, esto no es del todo cierto, ya que sí había leído parte de la obra de Blackwood, las aventuras de John Silence, investigador de lo oculto, una extraña mezcla entre un detective y un cazafantasmas, en cuyos relatos se mezclan la investigación más prosaica con pentáculos y sortilegios. Las aventuras de John Silence tuvieron tanto éxito que otro de los escritores más admirados de Lovecraft, William Hope Hodgson se animaría a crear a otro detective de lo oculto: Thomas Carnacki, el cazafantasmas.Aparte de estas aventuras de John Silence, Blackwood escribió una buena cantidad de relatos de terror más clásico. Y son estos relatos los que me ha costado encontrar hasta ahora, ya que por fin conseguí encontrar en la biblioteca del barrio La casa vacía, en una venerable edición de los años 80. Dentro de este volumen recopilatorio se pueden encontrar dos grandes tipos de relatos. Por un lado, la mayoría son historias de fantasmas, con los ingredientes habituales de aparecidos y casas encantadas, y por el otro lado, también podemos encontrar historias más cercanas al Wendigo, una especie de interpretación sobrenatural de las aventuras en Alaska de Jack London. Por otro lado, también podemos encontrar una aventura de John Silence, Culto secreto, con la particularidad de no estar narrada desde el punto de vista del investigador, apareciendo éste únicamente al final de la historia.
El nivel de los relatos es un poco irregular. Todos ellos son buenos, sin embargo, algunos de ellos no tienen la fuerza necesaria para hacerse un hueco en la memoria. Un ejemplo claro de esto son El hechizo de la nieve, con una versión victoriana del súcubo cuya lectura se me hizo un poco cuesta arriba (nunca mejor dicho), o Puede telefonear desde aquí, un relato de poltergeist telefónico excesivamente previsible. Pero para contrarrestar estos relatos un poco flojos, tenemos auténticas maravillas como La casa vacía, una historia de casas encantadas que pone los pelos de punta, El que escucha, con un ambiente insano y opresivo, El cuento de fantasmas de la mujer o Cumplió su promesa.
En esta recopilación Blackwood demuestra que es un maestro a la hora de manejar los resortes del cuento de fantasmas y casas embrujadas, sin embargo, falla a la hora de buscar transmitir terror por otros medios. Pero los relatos menores son de sobras compensados por las maravillas comentadas más arriba. A falta de leer su otra gran obra, Los sauces, Blackwood se ha ganado un puesto de honor en mi particular panteón.


Aprovecho para recomendar también la sección de déjà vu del Dr. Zito, empezando por su
El otro día estuve viendo 
Ésta era una de mis asignaturas pendientes, una de esas películas que parece que todo el mundo ha visto, y de la que casi todo el mundo habla maravillas, de esas que todo el mundo las califica como "de culto". Decir que una película de hace nueve años sea de culto me parece un poco arriesgado, pero cada vez es más frecuente que las películas adquieran este estatus prácticamente desde su estreno, o incluso desde antes.
Conocía la afición de Borges al género detectivesco en su forma más clásica (imprescindible
La principal ruptura de estos relatos frente al género original consiste en su organización. Podríamos decir que casi todos los relatos canónicos del género se dividen en tres partes, que llamaremos actos. En el primer acto se presenta el misterio, en el segundo se investiga el asunto y en el tercero se le da una explicación detallada de la solución del caso al lector. En las historias de Isidro Parodi no hay segundo acto, no hay investigación, por que el detective está preso en una cárcel. Parodi no puede interrogar a testigos, no puede husmear el lugar de los hechos ni reunir pistas. Ha de prescindir de todos los elementos físicos de las historias de detectives y quedarse sólo con el aspecto intelectual, con la capacidad de deducción.
En la primera de ellas, 
Éste es el segundo episodio que he visto de




Pero yo iba por otro lado, y es que, de vez en cuando, por curiosidad, voy probando nuevas alternativas a los programas que uso habitualmente. De la que voy a hablar hoy no es software libre, pero, al fin y al cabo, lo más importante de un programa no es su licencia, si no su funcionamiento. Se trata de 

