lunes, 14 de abril de 2008

El peso y el todo (I)

Sobre "La insoportable levedad del ser", de Milan Kundera.

Es difícil buscar un punto desde el que acercarse a esta novela, pues su misma concepción es demasiado ambiciosa. Otras novelas intentan abarcar distintos aspectos del ser humano, de su psicología o su entorno... Milan Kundera busca la novela total, el Todo.

Y la ambición apunta algo desde el principio, y lo hace a través de la insignificancia de todo, de todo lo que podamos vivir y de todo lo que pueda contarnos ningún novelista, según la teoría de Nietzsche del eterno retorno: ante la infinidad del tiempo, todo habrá de repetirse, una y otra vez, todo lo que hagamos en nuestra vida habrá de repetirse una y otra vez, sin remisión. El eterno retorno le da a cada uno de nuestros actos un peso enorme, el peso de la inevitabilidad. Y, sin embargo, hay algunos hechos, algunas casualidades que quizá no se repitan, en las que el destino no intervenga. Y, al no repetirse, no existen, no tienen peso. Estas casualidades son las que marcan nuestra vida. Esta es la insoportable levedad del ser. Las ideas de Nietzsche, el destino implacable heredado de la tragedia griega o las sagas nórdicas, podría suponer un peso que aplastaría a cualquiera. Y, sin embargo, la tiranía del peso del destino no supone nada, frente a la tiranía de las casualidades, frente a lo incorpóreo. Las ideas de algunos filósofos dirigen la narración, como ya hemos visto con Nietzsche, y ahora pasamos a Parménides, y sus ideas de los opuestos como fuerzas que dominan el mundo: el bien y el mal, el frío y el calor... una de ellas es una cualidad positiva, y la otra negativa. Lo pesado y lo leve. Lo leve y lo pesado. Parménides dice que lo leve es lo positivo. Hemos de tratar de convertir lo negativo en positivo. Sin embargo, lo leve escapa a nuestro control, llega hasta nuestras organizadas vidas, cambia todo de sitio y luego se va, dejándonos indefensos. Durante nuestra vida, nos aferramos a lo pesado, evitando lo leve.

Bueno, termino aquí esta parte introductoria. Seguirá el análisis en próximas entregas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero ansioso las posteriores entregas. Aunque quizás deba leer antes el libro de Kundera para comprenderte mejor. Lo cual no implica para nada que el texto sea confuso, que no se me malinterprete: estoy convencido que podré leer y escribirte mejor cuando sepa de qué estás hablando. Y, en todo caso, la presencia de Nietzsche y Parménides es reclamo suficiente para que siga leyéndote.

Ah, me derrito sólo de pensar en la tragedia griega xDD

Anónimo dijo...

En su día leí el libro de Kundera y me impactó. Ahora, desde la distancia, creo no valorarlo del mismo modo, no es más que un ligero recuerdo. No es tan trascendental como se ha querido vender, pero sí interesante.

Anónimo dijo...

Suscribo palabra por palabra a lo que Kleefeld ha manifestado por intermedio de las delicadas partes de los dedos opuestas a sus respectivas uñas.

Anónimo dijo...

Gran post Padawan, yo también espero las siguientes entregas.

Por cierto me he mudado a Wordpress por problemillas con Blogger.

Saludos