martes, 15 de enero de 2008

Ruidos y zumbidos

Durante este último siglo, la música "popular" ha estado en una revolución permanente: desde los primeros pasos del blues y el jazz, allá por los años 20, el rock como elemento subversivo durante los 50, la expansión del pop durante los 60, la ruptura del punk a finales de los 70, la aparición de la electrónica hacia principios de los 80 y el actual maremagnum de géneros, estilos y autores.

Sin embargo, comparando la música con otras artes, aún parece estar en un estadio anterior: en la mayoría de casos, la música es "figurativa", las canciones cuentan historias, más o menos complejas, más o menos conscientemente, pero lo que se transmite es, en cierto aspecto, narrativo. El siguiente paso debería ser una aproximación "impresionista" a la música: volcarse en transmitir algún tipo de sensación sin apoyarse en ningún tipo de historia.

En este aspecto, estas dos corrientes han optado por dos caminos divergentes: en el drone, la mayoría tratan de buscar las emociones más primarias, y la emoción más primaria en el hombre es el miedo. Así, el sonido es oscuro, opresivo, agobiante: su objetivo es inquietarnos, despertar los miedos más primitivos, apelar a la memoria racial de la que hablaban Jack London o R.E. Howard.
Algunos artistas, de los que hablaré más adelante, han estado experimentando con ese concepto, con mayor o menor acierto.

Por otro lado, otro de los factores de cambio han sido las estructuras en las que se basa la música: desde principios de siglo se han venido utilizando ciertos patrones. Casi todos los cambios de los que he hablado al principio no han sido más que modificaciones a estas estructuras. ¿Acaso no sería posible hacer algo nuevo, algo sin estas estructuras? Quizá uno de los primeros intentos sería el free-jazz. Ornette Coleman empezó a experimentar con las improvisaciones, y luego el género llegaría a lo más alto con Charles Mingus, John Coltrane o Miles Davis. Sin embargo, a pesar de la improvisación, esta estaba basada en las estructuras previas. La libertad de creación no era completa.


Charles Mingus

Después, durante los años 80, una pequeña corriente dentro de la explosión del heavy metal que hubo en esa década, que luego sería conocida como Avant-garde, trató de quitarse esas estructuras de encima. Es difícil hablar de este género como algo homogéneo, pero, básicamente, su intención era crear algo nuevo, experimentar fuera de los límites conocidos hasta entonces.


Arcturus - The Chaos Path

Es posible que ahora no suene tan revolucionario, por imitaciones posteriores, pero resulta algo verdaderamente original, sobre todo en la época en la que surgió, donde tras la aparente explosión de nuevos géneros, volvemos al mismo problema de siempre: lo aparentemente original no lo es tanto: la banda más extrema y la más convencional comparten las mismas bases.

Ahora tenemos sentadas las bases sobre las que asentar un nuevo concepto de música, y son los dos pilares básicos en los que se fundamentan dos conceptos ligeramente distintos: el Drone y el Noise.

(dentro de la amplitud de los dos campos, me interesa más la etapa más moderna: en el drone la que viene de lo que se conoce como dark-ambient y en el noise el que acabaria derivando en japanoise)

Como primer paso en esta revolución, y como en cualquier otra revolución, los artistas de estos géneros han destruído las estructuras previas. En el drone las viejas estructuras se han sustituído parcialmente por unas nuevas, mientras que en el noise, la destrucción ha sido total.

Gracias a la destrucción de las anteriores estructuras, el nuevo campo de experimentación es mucho más amplio. Mientras que los artistas sometidos a esas antiguas normas se veían más sometidos a la necesidad de la narrativa, esta ahora ya no es necesaria: podemos olvidar las historias y tratar de transmitir emociones, sin necesidad de ninguna envoltura.

Sin embargo, el noise busca otros efectos: El noise, como su nombre indica, no son más que ruidos. Se busca impresionar al oyente, normalmente utilizando sonidos desagradables y ajenos a la música. Ruido a volúmenes muy altos y frecuencias en ocasiones en el límite de lo dañino.

En cuanto a otros aspectos técnicos, los dos géneros varían en cuanto a la "continuidad": en el noise, no existe, cada ¿canción? es una sucesión de ruidos, mientras que en el drone, cada sonido se alarga, creando una especie de "muro de sonido".

Por otro lado, aunque existan grabaciones de estos dos géneros, no son más que la captura de una representación puntual. Cada vez que se ejecuta una de estas piezas se crea desde cero, se produce algo único, cada concierto puede asemejarse a una performance. Quizá como ejemplo puedan servir Sunn O))), uno de los máximos representantes del drone: la música se acompaña de toda una parafernalia para acompañarla




Sunn O)))at Berlin, Volksbühne 2006
(tiene 3 partes, pongo la primera a modo de ejemplo, y la segunda por el momento wheelchair dancing alrededor del minuto 3 :) )

Y es en el noise donde se consigue este verdadero efecto de performance. Desde los caóticos conciertos de Masonna a las experimentaciones con cacharros de Merzbow. Las palabras quizá no sean suficientes :)


Masonna live @ The Bears & La Ma Ma


Masonna
(este video es bastante interesante, ya que en el Masonna explica parte de su filosofía, de sus motivaciones)


Merbow

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Un comentario rápido y fugaz, que aún tendría que documentarme al respecto.
Todo tu comentario, que leeré con profundidad dentro de un rato, me parece que sólo es aplicable a la música conocida como "popular". En "música clásica" hace tiempo que se rompió la barrera de lo "meramente" narrativo, y es en estos apartados más experimentales en los que la música clásica ha ido mucho más allá de lo que, de momento, ha logrado el pop, el rock o incluso la música electrónica, aunque supongo que es en la mezcla de electrónica y clásica (o al revés) en la que se encuentra un mayor número de experimentos interesantísimos.
Más tarde vuelvo.
Saludos

Peter Sinclair dijo...

ey, interesantísima entrada. Con respecto al jazz toda la verdad. Pocos discos se me hacen tan difíciles (hasta el punto de llegar a quitarlos del reproductor) como el "Ascension" de Coltrane.

Respecto al drone... bueno, creo que algo ya te he comentado en alguna ocasión. No estoy preparado para ello. Le reconozco su valía, sobre todo ahora que lo pienso más como una representación, o una idea, que como "mera" música. pero aún así y todo, y que cerebralmente pudiera llegar a apreciarlo, sigo sin poder con ello durante mucho rato, y creo que en concierto me aburriría (salvo que encontrara el "estado" adecuado, ejem...).

Pero con esto, y sobre todo con el noise (tremendo el Masonna lo flipao que está! qué grande ese momento de el tío soltando berridos, se calla, y el público aplaudiendo todo guay jajaja; y la gente que está viendo a los Merzbow sí que está alucinando de verdad, madre mía) me surge la duda, como en otros tipos de arte, de hasta qué punto es experimentación, es llevar más allá sonidos, es arte realmente, o hasta qué punto es un fraude. Quiero decir, qué se expresa con eso? realmente se consigue algo más allá de un ejercicio de abstracción mental y de ir hasta el extremo de lo que un sonido puede ir? vale, igual no se quiere expresar nada o conseguir nada, pero entonces, a qué la representación? no sé, yo es que para esto soy demasiado escéptico todavía.

Espero con ganas un comentario tuyo. ¡saludos!

padawan dijo...

bueno, a kleefeld le contesté en su flog, no llegué a pensar que esta entrada tendría comentarios...

No pretendía hacer un análisis en profundidad, por que es un campo inabarcable, y además, no tengo conocimientos más que para un breve esbozo, por eso he tratado de centrarme en dos fenómenos en concreto... aunque me hubiera gustado hablar de John Zorn, lo que hace ese tío es muy interesante

Respecto a lo que comentas, iar, para escuchar según que drones necesitas de cierta predisposicón: al menos yo lo entiendo como música conceptual, y centrarse (o divagar) alrededor de ese concepto mientras lo escuchas ayuda... aquí he puesto a Sunn o))), y una de las experiencias de mayor inmersión en la música que he tenido ha sido un viaje nocturno escuchando uno de sus discos: sin luz, en una oscuridad casi total, sin distracciones... llegué a pasar miedo

y en cuanto al noise, pues está en una situación parecida a la de gran parte del arte moderno, y es difícil distinguir el talento de la paja. Pero, a diferencia del arte pictórico, escultórico, etc no hay una pretensión de trascendencia, que es lo que me parece una de las mayores vacuidades de todo el arte moderno, una especie de carcasa vacía, si no que lo único que se busca es alguna forma de catarsis, enfrentarse al caos y la locura del mundo

Peter Sinclair dijo...

vale, lo entiendo, aunque aún así el participar como espectador de algo así todavía se me hace algo difícil de imaginar. Y tampoco me gustaría mucho una experiencia como la que cuentas del viaje nocturno, ya me emparanoio demasiado yo sólo! sé que pasaría miedo, y como encima esté conduciendo... nada, no sería seguro xD

Por cierto, hace un tiempo probé con alguna cosilla de John Zorn, no recuerdo cuál, y tampoco me convenció. Debo ser bastante duro de mollera :D