viernes, 28 de marzo de 2008

falsificación

Los falsificadores son gente verdaderamente curiosa. Algunos tratan de falsificar dinero, sellos, joyas, cualquier cosa que permita ganar dinero de una manera fácil y rápida. Otros, falsifican arte, sea por ánimo de lucro o por el reto de tratar de ponerse a la altura de un maestro. Otros, más interesantes, pero más difíciles de detectar, se falsifican a si mismos. Y sobre estos últimos escribía su columna semanal el sr. Juan Manuel de Prada (viejo amigo del blog) Su columna quizá pecaba un poco de añorancista, de mirar al supuesto pasado dorado de impostores de los primeros años del siglo XX, época convulsa que ciertamente favoreció a esta gente en su afán de borrar sus vidas para poder recrearlas de nuevo a su antojo.

En lo que creo que no ha pensado el sr. de Prada es en las inmensas posibilidades del mundo de las telecomunicaciones para este mismo propósito, y él mismo fue engañado. Y es que este hombre, aunque me suele gustar leer sus artículos (exquisitamente pedantes...), se ha apuntado al carro de la cruzada continua en la que están metidos los medios de comunicación de derechas españoles. Y en su blog, uno de estos cruzados lanzó una diatriba contra alguno de los ministros. Ante esta oportunidad de presentar batalla, el resto de sus correligionarios no tardaron en hacerse eco de la noticia, a pesar de que fue desmentida poco después. Y es que, estamos en la época de la devaluación de la información. Cualquier dato no vale nada, pues en pocos segundos se pierde en la oleada de nuevas noticias.

Sin embargo, esta vez, la información basura sí que ha servido para algo: para dejar en evidencia a los que prefieren la crítica destructiva al precio que sea. Unos cuantos se han quedado con el culo al aire, verdad?

Y aprovechando esta pequeña diatriba, me gustaría seguir con el tema. O quizá haya aprovechado el tema para poder hacer un poco de proselitismo, no estoy muy seguro.

Siguiendo con la II Guerra Mundial, como comenté en la anterior entrada, fui a ver Los Falsificadores, una película sobre la operación Krüger (también Operación Bernhard) : el plan de falsificación de moneda a gran escala con la que los nazis pretendían colapsar las economías de los aliados, en particular la inglesa, falsificando billetes de libra por valor de más de 100 millones. Y, como entre los cuadros nazis no había nadie capaz de lograr una falsificación aceptable, entran en esta operación algunos de los judíos de los campos de exterminio nazis. Los mejores especialistas en impresión, grabado, etc son llevados a un barracón dentro del campo de Sachsenhausen, aislados de la pesadilla que hay a su alrededor.
Y es precisamente este barracón el eje central de la película: la situación de estos hombres sacados del infierno, que de pronto pasan a ser trabajadores altamente esenciales, recibir comida, ropa... Resultan dramáticas las reacciones de algunos de ellos al ver colchones en su barracón. Han vivido en uno de los peores infiernos jamás existentes, y, de pronto, han pasado a estar en una situación que, comparativamente, resulta privilegiada. Pero el horror está detrás de una endeble valla de madera, noche y día pueden oír como mueren cientos de personas. Entran en juego dos sentimientos: el instinto de supervivencia, y el deseo de justicia. Ayudar a los nazis para sobrevivir, o arriesgar la vida para sabotear la operación. El realismo y el idealismo se enfrentan: el director del equipo de falsificadores Salomon Smolianoff, en la película Salomon Sorowitsch es un personaje complejo, pues sobre él ha de girar este dilema, además de su verdadero reto como falsificador: el hasta entonces imbatible dolar. Y, a pesar de la pesadilla que lo rodea, a pesar del fin que tendrán esos billetes, necesita conseguirlo. Por el otro lado, Burger, retratado en la película como activista político, decidido a sabotear la operación para no colaborar con los nazis. Además de estas dos figuras principales, existe todo el reparto clásico de los dramas carcelarios: el guardián amable, el brutal, el preso que trata de agradar a sus captores... Pero todo ello distorsionado por la pesadilla del Holocausto, la enfermiza relación entre guardias y judíos, la extraña dualidad entre monstruos y hombres de los nazis, capaces de asesinar a sangre fría a uno de los falsificadores y al instante siguiente charlar amigablemente con los demás, son cosas que nunca dejarán de provocarme un escalofrío

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo conocía a grandes rasgos algo sobre esta operación de los nazis que comentas. Ahora me ha picado aún más la curiosidad y, claro, trataré de ver la película.

Anónimo dijo...

En principio, el próximo sábado voy a ver Los Falsificadores. Ya te comentaré.

Anónimo dijo...

Hombre, señorito, ya podría usted haber incluido algún tipo de comentario personal sobre la película. ¿Qué le ha parecido? ¿La recomienda? Aunque lo cierto es que el tema ya resulta subyugante de por sí...