miércoles, 19 de mayo de 2010

Campos de fútbol

Hace tiempo que las unidades de medida del Sistema Métrico Internacional han perdido el favor del público. Parece que a la gente no le gusta utilizar esas medidas arbitratias, seguramente creadas por algún científico loco en una noche de tormenta. Y es que ¿a quién no se le traba la lengua con tanto prefijo griego? Los ingleses, pueblo visionario donde los haya, supieron anticipar la debacle que produce utilizar unidades de medida tan antinaturales como los metros o los kilos, invento de unos franceses, encima. Por eso ellos han seguido utilizando sus viejas medidas, en un sistema del que podemos tomar referencias inequívocas. Porque no todo el mundo sabe cuánto mide un centímetro, pero sí sabemos lo que mide un pie, o una pulgada, ¿un codo? o un furlong (para los que no lo sepais, la distancia que una yunta de bueyes puede tirar de un arado de una tacada, sin descansar). Y eso por no hablar de utilizar la base 10 para las medidas, algo totalmente arbitrario y antinatural. Mucho mejor el sistema inglés: un pie son 12 pulgadas, un codo 18 pulgadas, una yarda 3 pies y el dichoso furlong son 220 yardas, siendo una milla 8 furlongs, o 5280 pies.

Pero este sistema, tan atado al mundo rural, se ha quedado anticuado en la vida urbana y moderna, donde nadie tiene ni idea de cuánto se puede hacer que un buey tire de un arado sin tener que recurrir a la zanahoria como recompensa o al látigo como incentivo para arañar unas pulgadas más en el surco. De hecho, mucha gente no sabe ni lo que es arar ni lo que es un buey, así que nadie se aclararía si decimos que una finca mide 15 furlongs cuadrados, o cien acres, como el bosque de Winnie the Pooh (más sobre el acre, abajo), por no hablar de la obtusa hectárea, que el hombre de a pie sólo sabe asociar a incencios forestales.

Por estas y otras diversas razones (que no vienen al caso), los medios de comunicación, siempre preocupados por su público y sobre todo por no calentarles la cabeza a los espectadores con conceptos abstractos y de difícil digestión, han optado por simplificar las unidades de medida.

El modelo a seguir es el fútbol, algo que todo el mundo puede entender. No hay más que echar un vistazo a las ventas de la prensa diaria. Cualquiera puede coger un día el Marca y ponerse a hablar de los partidos del fin de semana pasada, y pasar por un experto en las tertulias de Manolo Lama o en Carrusel Deportivo, mientras que es más difícil opinar sobre la política monetaria china o llegar a comprender la reforma sanitaria en Estados Unidos. Hasta ahora, la prensa ha futbolizado la política, y así tenemos distintos periódicos donde animan a su equipo partido político favorito e insultan a los rivales. Uno de los primeros medios en poner la política al alcance de cualquiera fue la Cope, dando lugar a lo que Nacho Vigalondo bautizó como nación taxista, o la posibilidad de hablar de política (se puede generalizar a casi cualquier otro campo) sin tener ni puta idea, moda a la que se han ido sumando casi todos sus medios, abrazando estos principios algunos con alegría y otros con cara de circunstancias.

Así, ya tenemos los dos ingredientes necesarios: unos medios que apuestan por el mínimo rasero intelectual y un modelo igualitario de creación de opiniones. Y digo igualitario ya que parece ser una convención aceptada por todos que cualquier opinión es igual de válida, algo propio de, como dirían en Vicisitud y Sordidez, vivir en democracia. Con esto se ha creado el nuevo monstruo de las unidades de medida: los campos de fútbol, una unidad de medida que lo mismo vale para un roto que para un descosido. Originalmente se utilizaba para expresar superficies, sean estas bosques quemados por un incendio, como decíamos antes, pueblos anegados tras una inundación o proyectos faraónicos como los de nuestro querido Gallardón, pero ahora se utiliza también para longitudes o volúmenes, aunque no se suele especificar si es un campo de fútbol lineal, campo de futbol cuadrado o campo de fútbol cúbico (!), dejando a la imaginación del espectador hacerse una idea de la magnitud expresada, como en esta noticia sobre el asteroide Apofis: "el meteorito Apofis [...] tiene como unos 300 metros, unos tres campos de fútbol", en el que no se sabe si son lineales o cúbicos. En esta otra página, podemos encontrar este otro ejemplo de futbolmetría: "En Sevilla se recogieron el año pasado 310.000 toneladas de basura. Se podrían llenar 8 campos de fútbol del tamaño de la Giralda", utilizando el campo de fútbol como unidad de peso y/o volumen, añadiendo el matiz de que tienen "el tamaño de la Giralda" (?)... Y por supuesto, se pueden crear unidades nuevas a partir del campo de fútbol, como en esta noticia sobre la deforestación en Indonesia: "la tasa de deforestación se ha reducido [...] hasta los 1,08 millones de hectáreas al año, el equivalente a unos 123 campos de fútbol a la hora", aunque podrían haber refinado un poco más y haber usado campos de fútbol/partido. Si quieren deleitarse con más ejemplos, pueden buscar en Google "unos * campos de fútbol" y echar un vistazo a los cientos de miles de resultados que aparecen.

El origen del campo de fútbol como unidad de medida no está muy claro. Su uso intensivo en la prensa surgió a finales de la década pasada, y utilizando a Google como máquina del tiempo encontramos las referencias más antiguas allá por 1997, pero no podemos descartar que se usase con anterioridad y no fuera indexado por el buscador (fue creado allá por 1998). Supongo que esta medida empezó a usarse en algún lugar como los telediarios de Antena 3 o Telecinco, cadenas que siempre apostaron por apelar a la (falta de) inteligencia del espectador, pero no hay manera de comprobarlo. Sin embargo, podemos suponer que saltó rápidamente a otros medios más serios, pues ninguno desaprovecha la ocasión de rebozarse en el fango informativo en cuanto se presenta la oportunidad. Utilizando herramientas de arqueología de datos, he llegado a encontrar una de las primeras apariciones del símil en campos de fútbol en la prensa escrita: el día fatídico fue el 4 de septiembre de 1993, en la página 46 del ABC, edición Madrid, por supuesto, hablando de incendios forestales ("destruyendo una superficie de gran valor ecológico equivalente a 10.000 campos de fútbol"). A partir de ahí, comienzan las apariciones esporádicas, hasta sustituir a la hectárea como unidad de medida en prácticamente todas las noticias.

Pero no nos vamos a quedar ahí. Una vez hemos puesto la máquina del tiempo en marcha, no vamos a ser tan mojigatos como para apenas viajar 20 años... ¡no! Yo me he atrevido a llegar más allá: hasta el año 1928, cuando Jardiel Poncela publicó el relato Los asesinatos incongruentes del castillo de Rock, una parodia de Sherlock Holmes. Podeis encontrar este relato en La sombra del asesino, una recopilación de relatos policiacos y detectivescos publicada por Valdemar.

Ahí dejo mi marca como viajero en el tiempo y arqueólogo de datos. Si alguien se atreve a ir más allá, aún queda terreno inexplorado. Echando un vistazo a la Wikipedia podemos calcular dónde está el límite: "el 26 de octubre de 1863 es considerado por muchos como el día del nacimiento del fútbol moderno". Ahí es nada, ¡casi 65 años sin explorar!


Un acre se define como un rectángulo (manda cojones, ¡¡un rectángulo!!) de un furlong de ancho y una cadena de alto, siendo una cadena la décima parte de un furlong o el cuádruple de una vara. Si ajustásemos el acre a las habituales medidas de superficie en cuadrados, sería uno de 208 pies y 9 pulgadas de lado, aproximadamente 43.560 pies cuadrados. El origen de esta medida es lo que un hombre puede arar en un día, supongo que con la misma yunta con la que midieron el furlong, por que si no esto sería un cachondeo. (volver arriba)

4 comentarios:

Jorge Muñoz dijo...

Enorme post. Bravo. No cabe decir nada más.

kleefeld dijo...

Excelente artículo, señor. :-D
¡Menos "Lost" y más "enjundia"! :-P

Dr Zito dijo...

Plas, plas!

Clau dijo...

Este artículo se me había pasado por alto, coños. Como han dicho los que me precedieron en los comentarios, sólo queda decir que es brillante: tanto el planteo, como la investigación y la escritura. ¡Que gratificante poder leerlo1