martes, 20 de abril de 2010

Lost (III)

Llegamos a la tercera entrega de esta miniserie de entradas sobre Lost. En los dos primeros comentaba dos aspectos de la serie que por obvios pueden pasar desapercibidos, pero que sirven para caracterizar Lost como una de las series que mejor refleja el mundo en esta primera década tras el año 2000: el auge de las pseudociencias y la conspiranoia. Estos dos fenómenos tienen su base en un mismo principio, que es utilizar la narrativa como mecanismo para describir la realidad, en oposición al método científico, que trata de utilizar modelos matemáticos.

El tercer aspecto que quería comentar también tiene que ver con la narrativa, y cómo los guionistas juegan con ella, creando lo que podríamos llamar un nivel metanarrativo por encima de la trama principal de la serie. Desde el comienzo de la serie se han podido encontrar miles y miles de páginas dedicadas a analizar cada episodio, cada trama y cada pista dejada por los autores, buscando descubrir el misterio que guarda la Isla. Y los guionistas de la serie se han aprovechado de esto, comentando que de vez en cuando tenían en cuenta algunas de las teorías de sus fans a la hora de escribir los episodios. Así, Lost se ha convertido en una especie de serie transmedia, donde era tan importante estar al día con los episodios como con los distintos mentideros de Internet.

La posibilidad del feedback inmediato entre autores y espectadores podría ser el sueño de cualquier escritor, pero a la larga se acaba convirtiendo en un arma de doble filo, por culpa de un fenómeno cada vez más exagerado: el fanboy. El fanboy no es un aficionado normal, si no que es un paladín de una causa, y está unido a ello por una extraña relación de amor-odio. Esta clase de personas es cerril por naturaleza, capaz de defender los errores más sonrojantes de aquello que le guste o aborrecerlo por que se ha sentido defraudado. Por que el fanboy surge del hype como mecanismo de publicidad, esa extraña corriente que declara a una película aún sin estrenar como la película del milenio (véase The Dark Knight). Y con esas expectativas, nada va a satisfacer al fanboy.

No hay más que darse un paseo por Facebook para verlo, con decenas de grupos de gente que ya está cabreada por que el final de Lost los va a defraudar. Sin embargo, lo que ningún miembro de estos grupos se ha dado cuenta es de que el final de Lost es lo menos importante: la serie no va de respuestas, si no de misterios. Ver Lost y frustrarse por que no dan las respuestas que queremos es como ver una porno hasta el final para ver si se casan.

Llegado a este punto, no quiero alargar esta entrada, así que voy a tener que cortar por la mitad este tema de la metanarrativa en la serie, que intentaré terminar antes de que la serie me adelante. De momento, ya que he hablado acerca del fenómeno fanboy/hype, me gustaría enlazar, por un lado, la columna Crónicas del hype de Libro de notas, donde se analiza este fenómeno en profundidad, y por otro lado, el artículo sobre los darknights de Vicisitud y Sordidez, ya que en parte, en la siguiente entrada voy a seguir hablando de ellos.

2 comentarios:

Jorge Muñoz dijo...

El fanboy extremo es un peligro para todas las disciplinas, especialmente el fanboy que decide "mejorar" la obra que admira/odia. Esos fanfilms, esos fanbooks... cuánto daño hacen.

egan dijo...

Estás metiendo por aquí reflexiones muy, pero que muy jugosas sobre esta serie, de las mejorcitas que he leído, al punto que, sin haberla visto, ya le estoy pillando ganitas, xd, je, je.


Aunque tenga ciertas discrepancias. Pienso que toda narración -en este caso filmada- tiene y debería tener autonomía y sustantividad propia, independientemente de la acumulación de opiniones sobre ella en los mentideros que hubiera por ahí.
Es por lo que creo legítimo "demandarle", ejem, una mínima coherencia en los desenlaces (aunque sea una coherencia magufa, que más da)

Se me ocurre que, si las fluctuaciones de la trama reflejan las presiones de lo fanboys en foros y tal, tan solo dentro de unos años de estas ya no quedará nada y la serie se convertirá en algo incomprensible.

Un saludín y esperando la siguiente. Ale, a currártela, je, je