sábado, 22 de agosto de 2009

Píldora: Jinete Pálido

El otro día estuve viendo Jinete pálido. Sólo había visto la primera mitad, y me había quedado con ganas de verla terminar.

Al principio parece un western más o menos tradicional, siguiendo el esquema del justiciero que ayuda a un pueblo a derrotar a un grupo de maleantes, varias veces repetido en este género, sin ir más lejos el mismo Clint Eastwood le da una réplica al Predicador, su personaje en esta película, en Infierno de cobardes. Sin embargo, esta película tiene un final que me llamó bastante la atención, ya que, utilizando una escena canónica dentro del western, como es el tiroteo final en el centro del pueblo, el juego de cámaras y puntos de vista convierte este tiroteo en una especie de slasher, con Clint Eastwood dando caza a los pistoleros que quieren matarlo, uno por uno. La cámara apenas se posa sobre Clint, y sólo aparece como una puerta que se cierra, una tabla que cruje, o un espacio vacío, y se centra sobre los pistoleros. Su angustia ante la muerte invisible es la misma que sufren los personajes secundarios en cualquier película de terror, mientras un asesino va poco a poco acabando con ellos, como una serie de pruebas antes de poder enfrentarse al protagonista.

Pero el Predicador no es un psicópata, es la Muerte, y tras él no queda nadie en pie.

2 comentarios:

clau dijo...

Imperdonable viendo esa escena y tratándose de un western protagonizado y dirigido por Clint, pero lo tengo pendiente todavía.

La comparación con el slasher, por otro lado, me pareció muy atinada.

Knut dijo...

Adoro esta película, memorable recuerdo de aquellos matines de los cines de barrio ya extinto. Esta en concreto la vi junto con la ñoñería de los Ewoks, en esa edad en la que ambas te encantan, jejeje.

Da igual las veces que la vea, siempre me produce un cierto calorcito agradable en el corazón.

Yo siempre la he visto como un western sobrenatural, con un pistolero vuelto a la vida en modaliad avatar angélico (memorable la escena en la que se le ven las cicatrices en la espalda de las balas) Hay un enorme y malsano atractivo en pensar que Dios da oportunidades de justicia, apliocándola con un poco de sutileza.

El empuña La Muerte, pero hay tanta nostalgia, no sólo encarnada en la imposible historia de amor, en el personaje, tanto a la postre de persona que se me hace difícil el identificarlo tal cual.

No es la mejor, pero se disfruta mucho bastante. Seguro que te gusta, Clau.

Un abrazo a ambos.