sábado, 9 de agosto de 2008

Agosto

Estoy momentáneamente bloqueado. Llevaba unos días pensando en hacer alguna entrada de relleno, ya que, aunque no se me ocurre ningún tema para un artículo largo, tengo un montón de pequeñas ideas que quería comentar. Sin embargo, a la hora de sentarme delante del computador, me he quedado en blanco. Harto de estar ante el monitor intentando desbloquearme, simplemente he comenzado a escribir, a ver si así poco a poco van apareciendo todas esas cosas que quería comentar.

Casi todo son lecturas que he hecho últimamente. Algunas me gustaría comentarlas con más detalle, pero no me veo con ganas. Tengo ideas, pero no me apetece demasiado hilvanarlas y darles una forma mínimamente coherente y que merezca la pena. He estado leyendo un par de libros sobre la difusa frontera entre sociología y política: No pienses en un elefante, de Lakoff (que descubrí en este blog) y Rebelarse vende, de los autores canadienses Joseph Heath y Andrew Potter (wiki). El primero es un libro destinado al proselitista. Además de la crítica a todo el sistema de propaganda política de los conservadores, es un manual de "primeros auxilios" a la hora de hablar de política. Está (evidentemente) muy centrado en los Estados Unidos, y no es tan extrapolable a España, aunque aquí cada vez ganan más poder los medios de comunicación, que más que conservadores, tienden a ser reaccionarios. El segundo libro es una especie de respuesta al No Logo de Naomi Klein. Básicamente es una crítica al movimiento contracultural, por ser completamente improductivo. En parte, este enfoque une este libro con el de Lakoff. En el de Lakoff se habla de como los conservadores han tomado completamente el control de los medios, arrinconando completamente al sector progresista, obligándolo a estar siempre a la defensiva frente a la iniciativa de la derecha. Y, según Potter y Heath, esto es en gran parte culpa de la manera en la que la contracultura se ha ido convirtiendo en la única alternativa "de izquierdas", y, al ser la contracultura una postura completamente nula políticamente, es como haber barrido del mapa a la izquierda. Desde el momento, allá por los años 60, en que era mucho más combativo y revolucionario fumarse unos porros o ir a un concierto que luchar por mejores condiciones laborales, la contracultura ha jugado a favor de los conservadores. Al negar toda acción política que no supusiera un cambio total del sistema, se han condenado a la inacción, pero, sobre todo, se han convertido en una élite intelectual y estética autocomplaciente, y, lo que es peor, demasiado convencidos de ser la punta de lanza de la revolución.

También he leído una pequeña reflexión de Hans Magnus Enzensberger, Principios de Guerra Civil. Este, pese a su brevedad, me pareció muy interesante, y, por supuesto, me cuento desde ya entre los fans de este hombre. Con ese nombre, increíblemente sonoro, ya da idea de que no es un cualquiera. Y, francamente, creo que tiene unas ideas bastante interesantes. Tengo que volver a repasar el libro, por que, si algún día escribo algo sobre él, me gustaría acompañarlo de algunas citas :)

Ya veo que me ha vuelto a pasar: me pongo aquí sin nada en concreto y enseguida tengo escrito demasiado. No quiero aburrir a mis escasos lectores, así que voy a ir concluyendo. Además, he conseguido dejar algunas cosas en el tintero, así que volveré a la carga, espero que con brevedad.

Además de esto, estos días, en el Mundo Libre, tenemos noticias de guerra en Rusia. Casualmente, estoy atravesando una fase bastante rusa en cuanto a lo cultural. Navegando por ahí, he encontrado esta galería de fotos de Osetia o Abjasia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí hace tiempo una reseña sobre "Rebelarse vende", y me parece que, a grandes rasgos, la tesis que los canadienses plantean tiene dejos significativos de verdad, para disgusto de michos. Supongo que debe ser una lectura por demás interesante.

Por otro lado, estoy embobado viendo todas esas extraordinarias fotos. ¡Qué gran descubrimiento!

Anónimo dijo...

No creo que la llamada contracultura(si bien la izquierda clásica anterior a la que haces referencia, también es una suerte de contracultura, dispuesta a destruir toda la cultura burguesa...con todo lo que ello implica) sea culpable del papel actual de la izquierda, sino la falta total de ideas y la imposibilidad de saber adaptarse a los nuevos tiempos.

padawan dijo...

no creo que la izquierda anterior a los años 60 quisiese cambiar "toda" la cultura. De todas formas, utópicos ha habido desde siempre, la diferencia está en que antes de los años 60, había gente que tenía objetivos materiales concretos, y mecanismos para conseguirlos. Desde la contracultura de los tardíos 50 y 60, se puso como único objetivo válido cambiarlo todo: la sociedad es el problema, y nada que no cambie de arriba abajo toda la sociedad es válido. Así, cualquier medida pasa a ser vista como un "parche", y como tal, despreciable. Y eso sí que ha envenenado a gran parte de la gente que se considera de izquierdas

Nuala dijo...

Estoy ahora mismo, tras leer No Logo, con Nation of Rebels. Aunque algunas tesis me parecen forzadas y orientadas a levantar polémica, en su mayoría creo que contiene una gran verdad que resumían los Beastie Boys en eso de "You gotta fight for you right to party!"