Hace unos días, pasé por la biblioteca de mi barrio para cogerme el primer tomo de
Lobo Solitario y su Cachorro. No era para leérmelo, si no para prestárselo a un amigo, fan irredento del manga y el anime, para que tuviera una referencia de un manga distinto a los
shonen que suelen llegar hasta aquí, un manga histórico (tiene ya casi ¡40 años!) y, desde luego, una filosofía, una ética y estética bastante diferente a las series más modernas.
Tenía ganas de hablar de esta serie. Empecé con algo pequeño
aquí, pero quizá el formato de fotolog no deje explayarse demasiado, y tampoco es demasiado flexible. Además, y, sin que sirva de precedente, tenía ganas de darle más vueltas a la idea, quizá desarrollarla un poquito y sacarle algo más de jugo.
La obra de
Koike y
Kojima se ha convertido en un objeto de culto, en una referencia estética, muy deudora de los
chambara de los años 50 y 60 en Japón, de las películas de
samurai de Kurosawa, y de la que es directamente deudora toda la oleada de
spaghetti western. El ritmo pausado en las escenas de acción, la expresión en viñetas de los duelos, lentos, silenciosos, esa manera de provocar la tensión que habrá de resolverse en un instante, apenas visible, tras el cual el tiempo vuelve a fluir. Quizá sea difícil ponerlo por escrito, pero todos tenemos esas imágenes en mente, si no con
samurai, al menos sí con Clint Eastwood :) Así, todo es muy visual, bastante cinematográfico. Pero no todo son estáticos duelos y dramatismo visual. También hay otros apartados más intimistas, una narración bastante más costumbrista, y no tan influenciada de manera secundaria por John Ford, a través de Kurosawa. Escenas que transcurren en el inflexible mundo de la oligarquía
samurai, con su rígido modo de comportamiento, sus reglas de honor y sus lugares comunes, pero también, el Lobo Solitario es un forajido, un hombre fuera del sistema, y por lo tanto también convive con lo más sórdido de la sociedad de la época, sean prostitutas o la nobleza oculta de los
yakuza. Y quizá esto sea un lugar común más, pero se acaba viendo cómo al comparar ambos modos de vida, quizá el aparentemente impecable
samurai no sea más que una personal moralmente incapaz, comparada con aquellos que han de buscarse la vida bajo el control de su casta guerrera. O, al menos, la gente que decide vivir la vida por vivirla, en lugar de por cumplir un código.
Por que el código del
bushido es un tema recurrente en el manga. No para el Lobo, que sigue su propio código, si no para los que contratan sus servicios. Y es que Ittō Ogami es un sicario, un antiguo
samurai al servicio del
shogun, es decir, un guerrero-funcionario del más alto rango, que tras una oscura conspiración ha caído fuera de la ley y de la sociedad. Uno de los mejores guerreros del país se ha visto convertido en un
rōnin, y ha decido vender su espada. Su única condición es saberlo todo acerca de la misión que le encomienden. Pronto consigue una enorme fama, debido a su implacabilidad y a su eficiencia. Sus encargos no son cumplidos sólo mediante la espada, si no a través de su astucia. No en vano es el Lobo Solitario. Acompañado de Daigoro, su hijo, el cachorro del Lobo. El padre y el hijo han escogido la senda del asesino, el camino al infierno, y este es uno de los temas centrales de la serie, la aparente crueldad del padre al arrastrar a su hijo de apenas tres años en su vida de sicario. Sin embargo, quizá el camino del asesino sea el único camino recto en una sociedad tan enferma como el Japón feudal. El Lobo hace vivir a su hijo según su código, pero, al fin y al cabo, le está enseñando a vivir según un sistema de valores propio, no según el sistema dictado por alguien hace cientos de años. Le está enseñando a vivir, a apreciar la vida y a no dejar que unas normas absurdas te guíen a la muerte, por un concepto tan frío e inhumano como el honor.
Pero, aparte de esta historia en torno a honor y deshonor,
bushido y vida, hay algo más. Hay una historia épica, en la que un hombre ha de abrirse paso en un mundo desquiciado, violento, con su habilidad con la espada y su astucia. Cada una de las historias y de los duelos es apasionante, y tremendamente adictivo. Es difícil hablar de esta sensación. Y creo que sólo puedo hacerlo de una manera: coged un tomo, y leed :)