domingo, 30 de agosto de 2009

Matadero Cinco

Hace algo más de un mes, en el blog de La navaja en el ojo propusieron crear un club de lectura: cada mes, se propone un libro que hay que leer, y pasado un tiempo, se cuelga una nueva entrada donde la gente escribe sus reflexiones acerca del libro elegido. Siempre me han interesado este tipo de actividades, ya que sirve para hacer una lectura más en profundidad de un libro, y se suele generar un debate muy interesante.

Como os podeis imaginar, la lectura propuesta para el mes de agosto fue Matadero cinco, de Kurt Vonnegut. Escribí algunas de las ideas que había visto en la novela en los comentarios de la entrada, sin embargo, quería desarrollar un poco más el tema, ya que además de la novela, quiero comentar un poco la película basada en el libro.

Matadero cinco es un libro sobre el bombardeo de Dresde, en el que apenas se habla sobre el bombardeo de Dresde. Para Vonnegut, es imposible hablar sobre ello, y creo que tiene razón. Hay ocasiones en las que el horror es indescriptible, y cualquier intento de hacerlo sólo sirve para banalizarlo, o para convertirlo en imágenes, en una experiencia estética, que es lo que quiere evitar Vonnegut. Ya en el prólogo nos dice que cuando vemos una película bélica, o leemos una novela sobre la guerra, aunque el mensaje sea completamente antibelicista, no podemos evitar sentirnos atraídos por la estética de las armas, los ejércitos y la muerte, ya que hablan directamente a la zona de nuestra mente dominada por Tánatos. Para evitar esto, Vonnegut utiliza un recurso bastante sutil, o mejor dicho, dos recursos: el primero es un protagonista, Billy, con el que el lector es incapaz de empatizar, y el otro es una narración demasiado fragmentada, impidiendo que puedas sumergirte en la trama. Billy es un "viajero en el tiempo", y su vida no transcurre de manera lineal, si no que viaja continuamente atrás y adelante en el tiempo, desde su vejez hasta su juventud, desde un día cualquiera hasta el bombardeo de Dresde, o hasta los años que pasó en el planeta Trafalmadore. Billy no puede vivir su vida, pues es incapaz de mantener ningún tipo de control sobre sus saltos temporales, es como un espectador en una sala de cine. De esta forma, Vonnegut consigue un truco narratológico bastante curioso, utilizando dos niveles de focalización dentro de la historia: el narrador del relato como focalizador externo y a su vez el propio Billy como otro nivel de focalización: el narrador no nos cuenta lo que ve, si no lo que Billy ve de su propia vida.

Como iba diciendo, Matadero Cinco juega mucho con la narratología, con la forma de presentar los elementos de la historia. Antes de seguir comentando esto, sería conveniente poner en juego el concepto de la dualidad en la narrativa: dicho pronto y mal, una narración tiene dos partes, una historia, que es un concepto abstracto formado por una sucesión de hechos, y un discurso, que es la forma de representar de manera tangible la historia (algo abstracto, como hemos dicho antes).

Aclarado esto, Vonnegut juega con la narrativa, buscando estirar y retorcer todo lo posible los elementos narratológicos definidos por Genette, como ya vimos anteriormente con el juego de perspectivas del narrador como focalizador y Billy como focalizante. Además de la focalización, también juega con el orden en el que es presentada la historia de Billy. Normalmente, cuando leemos una novela, o un relato, el tiempo en el que ocurren los distintos eventos de la historia está claramente definido, sea narrado en presente o con flashbacks. Sin embargo, en Matadero Cinco tenemos una línea temporal completamente descompuesta. El único punto de referencia que tenemos es el que nos proporciona Vonnegut en el prólogo, al situarnos en algún momento posterior al hecho central de la novela, el bombardeo de Dresde. Pero cuando la narración se centra en Billy se pierde todo referente temporal: no hay futuro ni pasado, sólo somos observadores de pequeños fragmentos de un presente continuo e inmóvil.

Esto plantea algo muy interesante a un nivel narratológico: la historia se define como una sucesión de eventos, donde el tiempo es lineal. El primer evento ocurre en el instante cero, y todo evento i ocurre en un instante i, tal que instante i > instante j, para todo j < i. Es en el nivel discursivo donde estos eventos cambian de orden a voluntad del escritor-narrador. El orden en que estos hechos son contados se llama trama. Ahora bien, en Matadero Cinco, la relación temporal de los hechos parece totalmente aleatoria, vista desde fuera, sin embargo, desde el punto de vista de Billy, es totalmente lineal.

Me he excedido del espacio que quería dedicar a la entrada, así que seguiré comentando otras cosas que me interesaron de la novela y la película en entradas próximas.

Edito: la segunda parte, en Matadero Cinco (II).

sábado, 22 de agosto de 2009

Píldora: Jinete Pálido

El otro día estuve viendo Jinete pálido. Sólo había visto la primera mitad, y me había quedado con ganas de verla terminar.

Al principio parece un western más o menos tradicional, siguiendo el esquema del justiciero que ayuda a un pueblo a derrotar a un grupo de maleantes, varias veces repetido en este género, sin ir más lejos el mismo Clint Eastwood le da una réplica al Predicador, su personaje en esta película, en Infierno de cobardes. Sin embargo, esta película tiene un final que me llamó bastante la atención, ya que, utilizando una escena canónica dentro del western, como es el tiroteo final en el centro del pueblo, el juego de cámaras y puntos de vista convierte este tiroteo en una especie de slasher, con Clint Eastwood dando caza a los pistoleros que quieren matarlo, uno por uno. La cámara apenas se posa sobre Clint, y sólo aparece como una puerta que se cierra, una tabla que cruje, o un espacio vacío, y se centra sobre los pistoleros. Su angustia ante la muerte invisible es la misma que sufren los personajes secundarios en cualquier película de terror, mientras un asesino va poco a poco acabando con ellos, como una serie de pruebas antes de poder enfrentarse al protagonista.

Pero el Predicador no es un psicópata, es la Muerte, y tras él no queda nadie en pie.