miércoles, 22 de julio de 2009

El clan del Oso Cavernario

Con tanto trajín, este verano está siendo una sequía lectora. Acabada por fin la lectura de 20th Century Boys, y tras pasar una semana convaleciente, no tengo ninguna lectura digna de reseñarse. Lo único que se me ha pasado últimamente por la cabeza, para comentarlo por aquí, ha sido un par de películas que he visto últimamente, aunque no tienen nada en común.

La primera, de la que hablaré hoy, es la adaptación de El clan del Oso Cavernario (imdb), la adaptación de la famosa novela (ahora se llamaría bestseller) de la escritora Jean M. Auel. Hace tiempo que leí los libros de su saga Los hijos de la tierra, en uno de esos esfuerzos lectores que a día de hoy me parecen irracionales. He de reconocer que el primer libro, el citado El clan del Oso Cavernario, es bastante interesante, sobre todo, por toda esa labor de imaginar una comunidad neanderthal, desde los rituales mágicos hasta el lenguaje, consiguiendo algo no sólo creíble, si no incluso vivo, real, al menos, teniendo en cuenta que se desconoce prácticamente por completo cómo eran en realidad. Los apuros de Ayla, una niña cromañón, viviendo con esta tribu de neanderthales son bastante entretenidos, salvando unos cuantos deus ex machina bien situados para recalcar que ella es un espíritu libre, y que el malvado (y machista) líder del clan no va a doblegar su voluntad. Pero es que, una vez que Ayla abandona la tribu neanderthal y va en busca de otras tribus de su (nuestra) especie, las novelas pasan de ser aventuras pseudo(pre)históricas para convertirse en novela romántica de la más baja calaña, y la lectura se convierte en un pasar y pasar páginas de Ayla y sus príncipes azules: el que aparece en el segundo libro y con el que se enfada en la mitad de cada uno de ellos, y el príncipe azul de cada nuevo libro, con el que tiene una situación equívoca que lleva a que el Príncipe 1 discuta con ella, ella tenga un romance con Príncipe 2, pero luego se de cuenta de que su verdadero gran amor es Príncipe 1. Mucha descripción de estos superhombres prehistóricos, de lo fuertes y sensibles que son, y mucho erotismo de baratillo. Y demostraciones de lo increíblemente superior que es Ayla a estos dos príncipes de turno. No en vano, a lo largo de las novelas, Ayla realiza una serie de descubrimientos: doma a unos caballos, doma a un lobo, doma ¡¡un león de las cavernas!!, descubre cómo hacer fuego con pedernal y acero, inventa las riendas, una especie de trineo, etc... En un par de tomos más, saca a toda su tribu de la prehistoria. Y es que estos libros tienen dos de los peores pecados de las novelas más o menos históricas: el superprotagonista que todo lo puede, y, sobre todo, que prácticamente todos los personajes que aparecen son personas de finales del siglo XX, no humanos prehistóricos, y sus problemas sociales son los mismos que los problemas sociales de finales del siglo XX.

Pero bueno, esto son pecados de las continuaciones de la saga, que apenas afectan al primero, al fin y al cabo, no es tanto la historia de Ayla si no la historia del clan que da título a la novela. Sin embargo, todo el interés que tiene la novela se pierde en la película, en parte, por la imposibilidad de traducirlas al lenguaje visual, como los diversos ritos y complejos comportamientos sociales creados por Auel, que en la película no son más que trasfondo: no son explicados, simplemente, son mostrados como fondo de la acción principal, con lo que pierden gran parte de su interés. Y, por otro lado, la sensación de prisa que transmite la película, al tratar de adaptar una novela bastante voluminosa, en la que pasan un montón de cosas, en apenas hora y media, con lo cual las cosas simplemente ocurren en pantalla, están poco hiladas y muchas de ellas parecen metidas con calzador en la trama. Si has leído la novela sabes por qué ocurren estas cosas, o qué repercusión van a tener después, pero si no, la película puede resultar bastante confusa. Uno de los momentos cumbres de lo absurdo es cuando el clan va a un gran festival en el que se reúnen todos los clanes: de repente aparece un hombre y habla con Ayla (vemos que los dos son cromañones) durante unos segundos. En la escena siguiente, un oso lo decapita. Así, por que sí, sin ningún tipo de explicación de quién era ese hombre, o qué hacía ahí. Total, si a los pocos segundos de aparecer lo matan, ¡no necesita explicación! Esta es la tónica general de la película: nada se explica y nada se justifica, los personajes son como cajas negras, de los que no sabemos por qué hacen lo que hacen, lo que puede resultar un poco frustrante. No es que haya motivaciones oscuras que estén mal contadas, si no que no se justifican los actos de algunos de los protagonistas.

En definitiva, la película, gracias a su brevedad, se hace entretenida, pero, si no se ha leído la novela, puede resultar un sinsentido. Incluso habiéndola leído tiene cosas como la mencionada arriba que no tienen demasiado sentido. Esperaba bastante más de la adaptación de esta novela, nada destaca realmente, los efectos de maquillaje para los neanderthales son simplemente correctos, los actores también se limitan a la corrección y nada destaca en particular. Las comparaciones con, por ejemplo, En busca del fuego, pueden resultar sonrojantes.