Tras leer "El Altar de los Muertos", de Henry James, esta tarde me he puesto a ver su adaptación cinematográfica: "La Habitación Verde", a cargo de François Truffaut.
No sabría hacer una crítica independiente de la película, pues hace apenas dos días que terminé la lectura del relato de James, y mientras la estaba viendo lo he tenido demasiado presente (lo cual resulta ciertamente irónico, dado el hilo conductor del mismo) y quizá haya prestado más atención a los paralelismos y divergencias entre relato y película que a hacer una valoración puramente cinematográfica.
No sabría hacer una crítica independiente de la película, pues hace apenas dos días que terminé la lectura del relato de James, y mientras la estaba viendo lo he tenido demasiado presente (lo cual resulta ciertamente irónico, dado el hilo conductor del mismo) y quizá haya prestado más atención a los paralelismos y divergencias entre relato y película que a hacer una valoración puramente cinematográfica.
La historia que se narra es la de un hombre que ha consagrado su vida a la memoria de los muertos, después de haber ido perdiendo poco a poco a toda la gente a la que había querido en su vida, y paulatinamente perdiendo el contacto con los vivos, sumido en su ritual de memoria constante. Y quizá en este planteamiento, aunque cumplido de manera estricta en la peli, sea donde estribe la mayor diferencia... el relato de James tiene una atmósfera decadente, crepuscular... es el retrato de un hombre mayor a quien ya no le queda nadie, salvo sus muertos, a los que dedica su vida, y cada uno de sus pensamientos, de manera minuciosa, mientras que el personaje de Truffaut resulta más inquietante, más obsesivo, no es un entrañable anciano perdido en un mundo que le es extraño, si no que su fijación resulta casi violenta en ocasiones, un hombre que ha sufrido mucho, y ha perdido a demasiada gente demasiado pronto.Esta sensación quizá se deba a la condensación de toda la historia en apenas una hora de película, pasada la primera hora dedicada a la presentación de los personajes. Sin embargo, Truffaut sabe reinterpretar a su manera toda la historia, tomándo las ideas originales y mirando desde otro punto de vista: en lugar de la búsqueda de la empatía de James, el Davenne de Truffaut nos resulta extraño en su obsesión, en su vida para los muertos y su rechazo hacia los vivos. Una vez planteados los dos personajes, con sus diferencias, el desarrollo de la historia discurre en paralelo, aunque, como dije antes, en la película el desarrollo pausado, y la construcción pieza a pieza de toda la historia se ve acelerado, las emociones se acentúan y se hacen más obvias, motivando un cambio en la reflexión que queda tras el final, aunque me temo que no voy a comentarlo por aquí, pues arruinaría totalmente la historia, o, al menos, dos de sus aspectos claves: la memoria, y el perdón.